Tras varias décadas sin clásicos marplatenses, Huracán y San Lorenzo vuelven a verse las caras en La Feliz. Los de Domínguez intentarán comenzar el año con una alegría…
En los peajes hoy nadie se tomó franco. La caravana de autos es intensa, será una jornada muy movida. En Atalaya las medialunas vuelan a rolete, hay que abastecer a los fanáticos hambrientos que hicieron una paradita en la ruta. El color rojo predomina, se debaten el blanco y el azul. Esta noche, uno de los dos terminará feliz en La Feliz…
Pasaron muchos años. No sólo para esto, sino para volver a vivir tantas otras cosas. De las lindas hablo eh, ojo. De esas que tanto esperábamos. Volvimos a nuestro lugar, como corresponde. Nos estábamos cansando de vivir del pasado, pero en ese momento se gritó campeón por duplicado. Nos fuimos de copas, por fin. Continente de punta a punta, y hasta una final internacional. ¿Qué más querías? Ah, tenés razón, que nos devuelvan nuestro lugar en la bella ciudad de Mar del Plata.
Ojotas, lentes y la camiseta, esa que defendés desde chiquito. Partiste temprano para llegar con tiempo suficiente como para hacer una recorrida previa. Después sí, vas a ir al estadio para jugarle el clásico a ellos. A los de enfrente, los de toda la vida. A los que les faltaron sólo tres puntitos para dar la vuelta el torneo pasado, la misma cantidad que se quedaron en el Ducó.
Esta noche se juega el clásico de barrio más grande del mundo… ¿qué ironía no? Y allí estará el equipo comandado por Eduardo Domínguez, ese que intentará comenzar con el pie derecho. Porque si bien es un «amistoso», todos quieren ganarlo. Rivalidad, orgullo, la gastada y el folclore. Pero nada más. Que sea en paz, siempre. Disfrutá quemero porque ACÁ ESTAMOS DE NUEVO…
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