Nunca olvidaré aquel día en el que lo vi elegir por primera vez. Se dirigió al placard, sin la orden de nadie. El reloj marcaba las 15.00 hs, todavía teníamos tiempo de sobra. Era un día de mucho calor, los rayos del sol se colaban por la ventana de manera insoportable. El aire acondicionado, clavado en 23 º, mantenía el bienestar dentro de la casa, pero la calle era un infierno.
La cita comenzaba recién a las 18. El calendario de verano obligaba a atrasar la jornada, y el horario era ideal para disfrutar del ritual una vez puesto el sol. Con salir tipo 16.30, estábamos de lujo. Dejaríamos el auto a unas tres o cuatro cuadras, como cada fin de semana, donde nos recibía el mismo trapito para sacarnos algún mango a cambio de nada. Pero bueno, la mala costumbre ya había llegado, y nos habíamos resignado a ello.
Volviendo al tema principal, nunca olvidare lo que pasó en aquella oportunidad. A pocos minutos de almorzar y aún con el estómago repleto y el andar cansino, me dirigía a mi habitación en busca de mis pertenencias, para verificar que no me olvidara de nada. Poco a poco, fui haciendo la requisa de los elementos necesarios: llaves del auto, credenciales del mismo, billetera, carnets de socio, el dinero necesario por si las moscas… Todo estaba en orden. Y fue en el instante que salía del pasillo cuando lo vi…
Sus pequeñas manos, todavía con la torpeza propia de unos escasos cuatro años, abrían el segundo cajón del modular. Allí se encontraban sus remeras preferidas: Hombre Araña, el Increíble Hulk, Batman, Ben 10, y hasta una de Hi-man que alguna vez yo había descubierto en una feria artesanal y que, aunque él siquiera lo conozca, decidí regalarle. Sin embargo, aquella vez no escogió ninguna de ellas. No. Pasó de largo una tras otra, hasta llegar a la que él estaba buscando.
Sin incidencia de nadie, sacó una camiseta estilo piqué, de un blanco sorprendente debido al cuidado intensivo de su madre. En sus mangas y a los costados, se divisaban finas marcas en rojo. Un rojo que parecía avivar la pasión de cualquiera. Un rojo que nublaba cualquier tipo de pensamiento. Un rojo que lo llevaba a volar, incluso más que cualquier otro superhéroe…
Por un momento dudé. Temí ilusionarme. Llegué a interpretar que quizá todo era una confusión y que, en realidad, lo que yo creía que estaba pasando no era una cosa semejante. Que en realidad, esa remera simplemente era parecida a la otra, y que una vez que se la pusiera, dejaría descubrir un personaje de Marvel o de Cartoon Network. Pero no.
Cuando terminó de ponérsela, con cierta dificultad de principiante, recién ahí pude dilucidar la verdad. Pasó su cabeza por el agujero principal, introdujo ambos bracitos, y recién en ese momento giró y me vio parado frente a él. Me sonrió, con esa mirada cálida y esos dientitos de leche, que pronto partirían rumbo a su almohada. Y allí fue cuando lo vi: en su pecho lucía un globo aerostático, rojo metálico, que lo invitaba a tocar el más extenso de los cielos. En su interior llevaba una H, que en la mayoría de los casos puede llegar a ser muda, pero que cuando se cuela en ese dirigible, dice más que cualquier otra palabra en el mundo. Ese día lo supe. Ya no había marcha atrás. Desde ese día, el Globo había entrado en el corazón de mi bebé. Para siempre…
Primera fecha Copa Sudamericana
Hora: 19.15hs
Deportivo Anzoátegui: Velásquez; Mirabal, Mendoza, Ramírez, Rodríguez; Martins, Canelón, Centeno, Cumana; Ortiz y Ugo. Dt: N. Larcamon
Huracán: Giordano; Romat, Nervo, Sosa, Villalba; Toranzo, Compagnucci, M. Gonzalez, Angulo; Briasco y Depetris. DT: J. M. Azconzabal
Arbitro: Eber Aquino (Paraguay)
Televisa: Fox Sports 2.
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