Que el árbol no tape el bosque. La cuota de fortuna que Huracán tuvo en el gol del triunfo sobre River fue circunstancial. Incluso en esa jugada se pudo apreciar parte de la estrategia que el Globo llevó a cabo en el Monumental, una labor colectiva admirable, con un nivel de conciencia y concentración que evidencian un exhaustivo análisis y trabajo previo. Ante el campeón de América, los de Parque Patricios amalgamaron a la perfección fútbol, esfuerzo y picardía. Hubo tal fortaleza y sobriedad en las cada línea que se hace difícil, sino imposible, elegir una figura. Mancinelli lo mereció por la seguridad que transmitió; San Román, por la entrega; Vismara, por la inteligencia; Espinoza, por el corazón.
El equipo de Eduardo Domínguez craneó el enfrentamiento a sabiendas que enfrente había un rival superior desde lo técnico e individual. Convencido de la victoria de la tarea grupal, ideó un plan de pressing, bloqueo, marca escalonada y superioridad numérica zonal que no solo anuló el ataque del anfitrión, sino que dotó de paridad y equivalencia un pleito que, a priori, tendría al Millonario como gran protagonista. Con un hombre delante y otro detrás de Kranevitter, Huracán tapó la salida del dueño de casa y lo obligó a tirar pelotazos, para el fastidio de Gallardo. Frente a esos balones aéreos, la zaga central redujo a la mínima expresión a Alario, que llegaba con siete goles en una docena de partidos con la camiseta de la banda roja. Lo mismo ocurrió por las bandas, donde solo preocupó algún desborde aislado de Carlos Sánchez, uno de los tres mejores futbolistas de ligas latinoamericanas.
De mitad de cancha hacia adelante, la presión sirvió para defender y también para marcar la diferencia. Esa insistencia de Espinoza, el delantero que hace de la tosudez una virtud, forzó el error de Casco, artífice del único tanto de la noche en Núñez. Ábila cambió las vestiduras de goleador egoísta y se calzó el traje de 9 solidario: luchó, aguantó, llevó marcas, fue clave en la actitud activa adoptada por el Globo en los contragolpes. El travesaño le negó a Wanchope lo que mereció como pocas veces, y lo que hubiera dado mayor tranquilidad a Huracán de cara a la vuelta. Aunque para el partido de la resolución, que se jugará en el aniversario de la obtención de la Copa Argentina, los quemeros tienen una certeza que reconforta y motiva: vencer a River en su estadio no fue magia.
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