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Ya han pasado varias horas desde la dura derrota sufrida ayer por Huracán en Venezuela y el dolor sigue siendo tan intenso y profundo como cuando finalizó el partido. Se le busca cierta lógica a la eliminación y cuesta encontrarla.

Se sabía que ganar la Copa era una utopía, pero después de ver el grupo que nos había tocado, clasificar a octavos de final era una posibilidad viable. Y, en efecto, hasta ayer a las ocho y media, estaba todo dado para avanzar a la siguiente ronda. Siete días atrás, habíamos superado ampliamente a Cruzeiro de Brasil. Anoche, enfrentábamos a una equipo que estaba último con solamente un punto en cinco partidos (empate 2 a 2 frente a Huracán). Como si esto fuera poco, Mineros salió a la cancha con una gran cantidad de jugadores suplentes. Pero el Globo siempre aparece para embarrar cualquier historia que ilusiona.

Esto es fútbol, se puede perder y está siempre dentro de las posibilidades, pero es intolerable la forma en que nos derrotaron. Costaba distinguir si se estaba jugando una clasificación internacional o si simplemente era un entrenamiento en La Quemita. Huracán arrancó igual que como terminó: Horrible. Pero no solo eso, sino que nunca apareció el coraje, la garra y el esfuerzo que se espera para este tipo de compromisos.

Si analizamos el fondo del asunto, la eliminación tiene sentido. El presidente Alejandro Nadur se fue de vacaciones en enero. Se gastó más en mercados de pases anteriores que en el último, con la ironía de que esta temporada era una de los mas trascendentes en la historia del club. Apuzzo fue el bombero y se le agradece y agradecerá infinitamente, pero no estaba a la altura de este momento histórico. Tal es así que él mismo pidió reservar su puesto como Coordinador General por si esta aventura terminaba de forma negativa. Y la Comisión Directiva no quiso correr el riesgo o costo político de pedirle a Néstor que vuelva a su trabajo original.

Tuve la oportunidad de entrevistar a Domínguez a principios de abril. Y cuando le pregunté si la prioridad era el torneo local o la Copa, su respuesta fue el campeonato. Totalmente opuesto a lo que dictó la realidad; el equipo titular jugó todos los partidos internacionales y en Primera se regalaron varios partidos por poner en cancha alineaciones alternativas (motivo principal por el que estamos penando, con siete puntos sobre 30). Algunos me dirán que el experimentado capitán no es el técnico o el que define tales cuestiones. Sí, es cierto. Entonces el mensaje del Cuerpo Técnico al respecto no fue claro.  Anoche, luego de la derrota, Apuzzo declaró que la prioridad siempre fue la Copa Libertadores.

Tristemente, estos momentos generan discusiones entre los hinchas. En lo personal, intento ser sumamente objetivo, pero el sentimiento es tan fuerte que es casi imposible. Escuché a muchos justificar el papelón en Venezuela porque “hace cinco meses estábamos en el Nacional”. También que “este plantel aún tiene margen por haber ganado la Copa Argentina y lograr el ascenso”. ¿Porque hace poco jugábamos en otra categoría no se puede exigir? ¿Se es contra por querer a los objetivos bien altos? ¿Los jugadores son inimputables porque ganaron un título? ¿El solo hecho de jugar la Libertadores prohibe pedir más durante este año? El conformismo ha quedado en evidencia.

Ciertamente, se le debe reconocer a los jugadores haber logrado la Copa Argentina y el ascenso, como también hay que recordar la forma en que se alcanzaron tales metas. Huracán estaba último y tuvo que renunciar un entrenador para que el plantel recuperase la memoria y consiga subir (5to entre 11 equipos). Ese mismo plantel tildó de “mercenarios” a los hinchas porque los insultaron tras la goleada en contra que recibió de Sportivo Belgrano en el Palacio Ducó.

El sábado, habrá una final con River. Ganarla serviría de consuelo a la dura eliminación. Miles acompañarán y alentarán en San Juan, muchísimo dinero mediante. Esos quemeros irán -iremos- con la intención de volverse con un título. Por eso, no soy conformista y exijo que lo de ayer no se repita. No el resultado, que en el fútbol es imponderable, sino la forma.

Lejos de incurrir en un análisis riguroso de la actualidad del club, esta editorial es simplemente una forma de descargar el dolor. Como leí a un colega de este mismo sitio web: “Llegó el día en que el motivo de sufrimiento es quedar afuera de la Libertadores. Esperemos que nunca más haya uno peor que éste”.

Matías Lacquaniti. Hincha de Huracán. Socio A02858.


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